Al caminar por la esquina de un callejón olvidado de la gran ciudad, me encuentro con Oscar, un vendedor y comprador de almas. Al verlo lo saludo y le pregunto como le va y me responde.
-Bien, el negocio va creciendo a grandes magnitudes no falta mucho tiempo para que a alguien se le ocurra poner sucursales.
Me despido de el y me pregunto a mi mismo ¿será?
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